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Publicado el 14 noviembre, 2016
Vas muy feliz manejando a un paradisiaco sitio de vacaciones, cuando de pronto el motor se detiene. Todos los síntomas indican que se te ha terminado el combustible, pero hace sólo 100 kilómetros que has llenado el tanque. Y como sabías que la altura por la que circularías sería mucho menor, incluso agregaste un aditivo de combustible y un aditivo de aceite para optimizar el rendimiento.
“¿Qué es lo que puede estar pasando?”, te preguntas mientras te diriges hacia un sitio seguro en donde puedas detenerte, tal y como lo harías ante una pinchadura; sin ponerte en riesgo ni a ti ni a tu familia. Pero te pasan mil posibilidades por la cabeza: desde falla en los inyectores, hasta una perforación en el tanque.
No se asusten. Que digamos que se ha quemado no quiere decir que literalmente se prendió en llamas, sino queremos decir que dejó de funcionar. Ésta es la razón por la que el combustible no está llegando al múltiple de admisión y, por lo tanto, al motor. No es un problema muy común, pero sí puede ocurrir ya que, después de todo, son piezas eléctricas y pueden tener fallas. Incluso el mismo desgaste puede acabar con ellas.
Es cierto que es un problema grave, pero puede ser solucionado con un poco de ingenio. Lo primero que debemos hacer es determinar si la falla está en la bomba de gasolina o si proviene del sistema de inyectores. El segundo caso sería el mayor problema, ya que no podemos sustituir la presión mediante principios simples de física.
Localiza la manguera de alimentación de combustible más cercana al motor y retírala de los anclajes. Procura que sea en la parte más alejada del múltiple de admisión que te sea posible, ya que requerirás una distancia considerable. Después, con una botella de cualquier líquido o la de aceite o anticongelante que teníamos de repuesto, encuentra la manera de que funcione como un pequeño tanque de combustible: llénalo de gasolina y mantenlo en una posición más alta que el motor.
Esto funciona gracias a una de las reconocidas leyes de Newton: la gravedad. Es regulada por la capacidad de los inyectores de introducir la gasolina a la cámara de combustión del motor. Al tener el combustible en una posición más elevada que el motor, descenderá hasta llegar al sistema de admisión y los inyectores regularán su acceso con base en las indicaciones de la computadora o del carburador, según el tipo de motor.
Claro que una botella no es tan grande como el tanque de gasolina de tu auto, por lo que deberás revisar constantemente el nivel del mismo para que no se quede sin gasolina. El aire que succiona y las burbujas que se forman, podrían dañar el sistema de admisión de tu auto.
Para obtener la gasolina, la puedes extraer de tu mismo tanque. Si tienes acceso a una gasolinera, será mejor adquirir unos litros adicionales para no tener que estar sacando cada vez que requieras.
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